Papá:
En este Día del Padre, tan distinto a todos los anteriores, siento una nostalgia enorme de no poder abrazarte y expresarte lo que significaste para mí durante toda mi vida.
Cuando era chico recuerdo que me encantaba entrar a tu escritorio porque tenías muchas cosas novedosas y entretenidas. Era un lugar atractivo para un niño, porque todo tenía un orden muy particular, que sólo tú conocías. Sabías con exactitud dónde estaba cada una de tus pertenencias. También te dabas cuenta cuando algo se movía de su lugar. ¡Tenías una memoria impresionante!
Cuando yo tenía unos siete años me encantaban los almuerzos de domingos familiares en casa de mis abuelos maternos, especialmente cuando por las tardes veíamos televisión, lo que para esos años era una novedad.
Ya más adolescente, recuerdo cuando vivíamos en Iquique y recorría junto a ti el desierto y aquellos lugares históricos de la Guerra del Pacífico, donde me explicabas cómo se habían desarrollado las batallas. Además, nos dedicábamos a buscar vestigios épicos que en aquellos años todavía se podían encontrar en el desierto de Tarapacá.
También viajábamos a Arica, en esa época zona libre, donde disfrutábamos de las ferias en las que se vendían todo tipo de artículos que por esos años aún no llegaban a Santiago.
Recuerdo como un viaje inolvidable aquel que hice contigo, con mi madre y mi hermana Jacqueline a Perú, en 1969, cuando visitamos Tacna, Arequipa y finalmente el Cusco, donde nos maravillamos con las ruinas de Machu Picchu.
Años después, pese a que viví por algún tiempo en el extranjero y estuve lejos de ti, los momentos en que nos podíamos reunir en familia los disfrutábamos más intensamente.
Después de dejar tu cargo como Presidente de la República y entregar un país con bases económicas, institucionales y políticas sólidas, que hasta el día de hoy sirven para que Chile sea un país modelo a nivel mundial, siendo comandante en jefe del Ejército viajamos juntos a China, donde compartimos muchos instantes que nos unieron más como padre e hijo.
Entre las ironías del destino, la época que más nos unió fue a partir de tu ilegal detención en Londres. Junto con mi mujer y mis hijos nos tocó compartir muchos momentos emotivos contigo. Allá pasamos navidades y años nuevos, los que quedaron como recuerdos imborrables tanto para mí como para Soledad y nuestros tres hijos.
¡Cómo me habría gustado haberte evitado vivir tantas injusticias y persecuciones que tanto daño y sufrimiento te causaron a tu avanzada edad!
Pero quiero darte las gracias por todo lo que aprendí de ti: el concepto del honor, del valor y la importancia de la familia.
En este Día del Padre, aunque no estés aquí, estarás siempre en mi corazón y en el de toda nuestra familia.
Gracias, papá. ¡No sabes lo orgulloso que me siento de ser tu hijo y de llevar el apellido Pinochet!
Marco Antonio Pinochet H.
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