miércoles, 11 de julio de 2007

MALETIN LITERARIO


El programa conocido con este nombre y anunciado por la Presidenta de la República en el discurso del 21 de mayo pasado ha dado lugar a una polémica justificada. El proyecto considera destinar cerca de 11 millones de dólares para financiar una caja de libros que se entregará a 400 mil familias de escasos recursos. Cada maletín contendrá un atlas, un diccionario y textos de literatura universal.

La autoridad invoca una loable intención, pero es inevitable que se despierten suspicacias acerca de los textos que se elijan: ¿quién garantiza que no se incurra en dirigismo cultural o en desvíos propagandísticos?

No es el único reparo. Las editoriales estiman improvisada esta iniciativa, por la indefinición de algunos puntos esenciales, el apresuramiento del llamado a licitación, la falta de claridad en los procedimientos y en los propósitos finales. La soltura con que se adoptan cambios parece confirmar que la propuesta inicial no fue suficientemente afinada.

Pero las dudas mayores apuntan a la eficacia de este proyecto, aun descartando cualquier intencionalidad política: el paquete de texto llegará a una familia que, con toda probabilidad, carecerá de competencias y hábitos lectores suficientes para interesarse por la lectura. La semilla caerá, así, en terreno estéril. La sola proximidad física del libro -que él esté a la mano- puede, acaso, ejercer una influencia benéfica en algunos miembros de una familia, sobre todo si se incluye alguna guía simple y entretenida de uso. Pero es un azar.

El maletín tendrá, además, por destinatario a la familia entera, lo cual hace más difícil la selección de los libros precisos, pues es evidente que no son iguales las capacidades, intereses y gustos de un niño y los de un adulto.

La lectura con goce y profundidad es algo excepcional. Muchas variables en el contexto social y familiar de las familias de escasos recursos impiden ese logro, aunque el libro y el potencial lector estén próximos. Las mismas escuelas han fracasado en detener la baja de lectoría nacional -si no han contribuido a ella-: para masas de chilenos, leer es francamente un aburrimiento. No es pesimismo, sino mero realismo estimar que este proyecto de "maletín literario", además de improvisado, es tosco y un tanto pueril.

Quizás, esos mismos recursos tendrían un mayor retorno social si se destinaran, por ejemplo, a mejorar la dotación de las bibliotecas públicas. Sin embargo, la clave sigue estando en la enseñanza de lectura y literatura en nuestras escuelas. Mientras en ella no se siembre el gusto por leer, en vez de suprimirlo, estas iniciativas sólo pueden tener un efecto muy menor e imponderable.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Por cierto si alguien me regalara una plancha, no significaría en absoluto un incremento sistemático de mis capacidades domésticas. Aun si , en un arrebato de inspiración artística, el generoso benefactor de la presentación personal decidiera regalarme una plancha a carbón por sus innumerables propiedades contra las arrugas y su increíble compromiso estético como artefacto de colección. Será probablemente este último el uso escogido por mí para tan particular regalo, es más, podría asegurarles que combinaría muy bien con espacios intrascendentes de mi hogar. Pues bien, es claro que el sólo hecho de recibir un generoso regalo no garantiza en absoluto su valoración más allá de la gratuidad con que se entrega.
Por el contrario un regalo impuesto puede ser signo de molestia y contrariedad para quien lo recibe ( si no me cree , regale a su señora un artefacto como el mencionado o algún otro utilitario gastronómico en su aniversario).
Es por lo anterior que el sentido común nos indicaría que un regalo ha de considerar no solo lo que creemos sea lo mejor para el otro sino sus intereses y por supuesto su predisposición a usarlo o valorarlo.
Esa lógica también nos indica que en lo posible dicha empatía se traduzca en un ejercicio directo o indirecto de libertad como manifestación de confianza y vínculo. Todo esto valga para tratar de entender los fundamentos o la falta de alguno de ellos en la legítima discusión en torno al maletín literario. Pensar que por el solo hecho de entregar un set de libros vamos a fomentar la lectura es subestimar las grandes necesidades en el aprendizaje y la transferencia cultural en sectores más deprivados. Por cierto que contribuye, pero en absoluto resuelve el problema de fondo que es motivar la lectura como herramienta de desarrollo personal e inserción laboral, mediante la adquisición de hábitos y competencias que proporcionen las capacidades para entender el entorno y fomentar el diálogo.
Otro elemento que requiere revisión es la configuración del maletín de manera dirigida y centralizada con el aporte de expertos. No se puede generalizar en realidades tan heterogéneas, conviene diagnosticar particularidades a nivel provincial o regional en especial para definir contenidos más cercanos al entorno inmediato del lector a fin de reforzarlo en su cotidianeidad .
Asimismo es discutible que el proceso de selección refuerce un solo tipo de enseñanza en circunstancias de la existencia de distintas modalidades.
Por último, es conveniente crear mecanismos de inserción curricular del maletín salvaguardando en lo sustantivo la libertad de elección a través de los consejos escolares.
Sin duda proporcionar recursos a la lectura es un gran avance que debe ser ampliamente estimado, pero es condición hacerlo con el mayor impacto y eficiencia de ellos.
El libro es fuente inagotable de riqueza intelectual pero también es piedra angular de nuestro desarrollo humano, escribimos porque sabemos que no estamos solos, porque hay alguien con quien queremos comunicarnos.

12:50  

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PODRAN CAMBIAR EL NOMBRE DE LAS CALLES, PODRAN PLAGAR EL PAIS CON SUS ESTATUAS, LO QUE NO PODRAN CAMBIAR JAMAS ES LA HISTORIA RECIENTE DE CHILE "LA HISTORIA ES NUESTRA AL IGUAL QUE SU VERDAD" Verdad y Libertad