sábado, 30 de diciembre de 2006

¿ QUIEN ERAS, MI GENERAL ?


Blas Piñar, presidente de Fuerza Nueva, con el presidente de Chile, general Augusto Pinochet, en el despacho oficial de éste del edificio "Diego Portales", en Santiago, en mayo de 1979.

El siguiente es un artículo escrito por el Doctor en Derecho, Ex Procurador de las Cortes Españolas y ex Diputado, don Blas Piñar López, Presidente de Fuerza Nueva, con motivo del fallecimiento del ex-presidente Augusto Pinochet.

Yo me hago la pregunta, precisamente cuando en nuestro Congreso de los Diputados se inicia el debate sobre lo que se viene llamando la "Memoria Histórica". Lo que se ha dicho y escrito acerca del capitán general del Ejército, y ex presidente de Chile, Augusto Pinochet Ugarte, es algo que contradice la verdad histórica, y sólo el odio incontenible de quienes habiendo llevado a la ruina a su país fueron desplazados del poder por las Fuerzas Armadas, puede explicar las falsedades, mentiras e insultos con los que se ha querido manchar y enlodar la figura de quien el 11 Septiembre de 1973, a requerimiento de varias y significativas instituciones y de un pueblo al borde de la miseria, acabó con el régimen de la Unidad Popular, entrando en la Casa de la Moneda y poniendo en marcha una política de reconstrucción nacional.

Con profundo desagrado hemos oído y leído cómo se repetía una y otra vez la letanía de ofensas, que sería muy largo enunciar: palabras y escritos, pronunciadas o redactados, por personajes de distinta y aún opuesta significación política, que incluyen acusaciones tan indignantes como las de ladrón y sátrapa sanguinario.

Lo que se pretende con rencor y faltando a la verdad no es otra cosa que presentar y conseguir, a través mediático, que la opinión pública dé como cierto que Pinochet era un militar ambicioso, traidor y rebelde, que por la fuerza acabó con una democracia admirable, sustituyéndola por una dictadura que cuenta por miles a los adversarios inocentes y pacíficos que asesinó o torturó.

Son hechos incontrovertibles ampliamente documentados y que justifican el alzamiento militar los siguientes: Las manifestaciones con cacerolas de decenas de millares de mujeres, por las calles de la capital, protestando por los abusos de poder del Régimen de Allende; los atentados terroristas cometidos por el MIR, con muertos, heridos y destrozos; el propósito de matar a Pinochet -del que nadie habla- que no consiguió su objetivo, a pesar de los disparos que se le hicieron, porque, como él dijo, le salvó la Virgen del Carmen, patrona de Chile; la visita a Santiago de Fidel Castro, para manifestar su apoyo a "la vía socialista chilena" y regalar a Allende la metralleta con la que más tarde se suicidaría; los alijos de armas que iban a utilizarse para implantar el comunismo en Chile y la llegada de centenares de extranjeros, bien preparados, que iban a utilizarlas con ese fin.

Lo que se oculta por la campaña contra Pinochet es que, durante su gobierno, Chile prosperó de manera increíble; que abonó puntualmente su deuda exterior; que sometió a referéndum la continuidad de su régimen, dando plena libertad -y doy de ello fe- a la propaganda, incluso sarcástica al mismo; que aceptó su resultado no favorable; que no huyó -y pudo hacerlo fácilmente- de su país para disfrutar, sin ser hostilizado, del dinero que, según repiten sus detractores, tenía depositado en el extranjero; que sujeto a juicio por cien causas, a pesar de la presión del actual oficialismo, y de quienes desde la calle le respaldan, no se han podido probar los supuestos delitos, y, por tanto, no se ha dictado contra él sentencia alguna condenatoria.

A ello hay que añadir, con dolor ciertamente, que a esa campaña difamatoria se unió la actitud de un sector no escaso, y además influyente, de la Iglesia, encabezado por el cardenal y arzobispo de Santiago, Silva Enríquez, que celebró un "Te Deum", en la catedral, con motivo de la elección de Salvador Allende, masón grado 33, como presidente de Chile; elección que, aunque parezca mentira, fue posible por el voto favorable de la Democracia Cristiana.

Por lo que a nosotros afecta, Pinochet también supo de la complicidad del gobierno Aznar, que sin nada que le obligase a ello, a petición del juez Garzón, influenciado por la izquierda, quiso, y así lo solicitó del Gobierno inglés, que fuera extraditado a España, para enjuiciarlo aquí, con lo que se conculcaban principios fundamentales de Derecho Internacional Público.

Pinochet fue un gran amigo de España y uno de los pocos Jefes de Estado que acudió a Madrid con motivo de las exequias por Franco y que el 6 de febrero de 1988 envió una corona, que acompañó al cadáver de la que fue su esposa, Doña Carmen Polo. En el Alcázar de Toledo pudo oír, en el que fuera despacho de Moscardó, las palabras emotivas que este cruzó con su hijo, luego fusilado por los rojos. Le vi llorando.

Me honré con la amistad de un hombre, que no la "Memoria Histórica", utilizada para desmemoriar o para invertirla, sino la historia verdadera reivindicada, nos mostrará como arquetipo estimulante de hombría de bien, de valor personal, de patriotismo en acción, y de estadista modelo. Y más aún como católico practicante, que compuso esta bellísima "Oración del Soldado", que ya publiqué en mi libro "La pura verdad" y que dice así:


"Oh Dios, ayuda a Chile a encontrar su destino
a Ti, oh Dios Todopoderoso que ayudaste
con tu sabiduría infinita a desenvainar
la espada y empuñarla para recuperar
la libertad de esta Patria que tanto
amamos, te pido ante mis conciudadanos
lo que tantas veces te imploré
en el silencio de la noche, antes
de ese 11 de Septiembre: ayuda hoy
a este pueblo que con fe en Ti busca
su mejor destino.
Dios y Patria".

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PODRAN CAMBIAR EL NOMBRE DE LAS CALLES, PODRAN PLAGAR EL PAIS CON SUS ESTATUAS, LO QUE NO PODRAN CAMBIAR JAMAS ES LA HISTORIA RECIENTE DE CHILE "LA HISTORIA ES NUESTRA AL IGUAL QUE SU VERDAD" Verdad y Libertad